domingo, 15 de junio de 2008

Rima de dos... Y media... Vol 3

De dos y media de nuevo, los saludos mis amigos; ¿cómo me las baila vida? Cómo me los trata a todos, les comento de buen modo, que a mí me tiene azotado, que de sorpresa y pasado me he bañado completico, hago el relato cortico porque son ya siete años, aquel guayabo de antaño que no me deja avanzar, y que muy a mi pesar está vivito y coleando. Como quien se lée un libro va pasando palmo a palmo, lo leído asimilando guardándolo en la memoria, a veces con gran euforia cuando el relato está bueno, a veces con gran tristeza, cuando la cosa es difícil, a veces con inquietud cuando se enculebra el cuento, toditas causan tormento si no se saben llevar, porque eso de manejar no es puro permiso y croche, hay que aprender a cruzar, a veces a volantear, a jalar el freno e` mano cuando sea necesario, usar los tres espejitos (que no son de maquillar!!!) y a veces es importante, saber cómo acelerar.

¿Por qué lo de acelerar? Pues pa dejar el pelero, y ordenar ese verguero que algunos llamamos vida, que no es nunca la culpable de nuestras vicisitudes, como ya lo dije antes, nosotros somos los chófels, y como en cosa de taxis el primero es el que monta a la pasajera absorta que aún no se ha percatado, de que la han caribeado cobrándole muy muy caro “coño! hubiese esperado hasta que llegara el cuarto, una llaga era el tercero y el segundo era malandro”.

Nunca aclaren, que oscurecen, aunque fuere necesario, en este caso lo hago, pa` que entiendan de que hablo, ya sé que la cosa es rara, pero ustedes me conocen, lo normal ya no me agrada, ni lo raro me sorprende, pues mi capacidad de asombro algún momento extravié, cuando de algo me enteré, que me chamuscó un fusible, alguna vaina terrible, o quizás inesperada, pero bien telegrafiada por este vil servidor; nunca muere celador, en una guerra avisada.

Por siempre dejar pasar, pasé a ser un confesor, escuchando con cuidado, todo lo que a mi llegaba, de las espaldas palmeadas era ya todo un experto, me convertí en expiador, de los ajenos tormentos, en algún que otro momento me involucré sin querer, o más bien muy a conciencia de lo que estaba pasando, información recabando para esgrimir solución, de situaciones lejanas a mi día y realidad, ¡pero vamos, a ayudar, pa` eso somos los amigos!, “ no no no, dale tranquilo, tranquilo que yo me encargo, relájate, que esta vez solito asumo el barranco”, “por qué habría de importarme, si nosotros somos panas, hoy por ti, por mi mañana, que me crucifiquen sólo” pues si bien la situación, antes era de mi agrado pues lo hacía de corazón pensando con éste mismo, hoy por hoy me he dado cuenta que hasta el más cercano abusa, alimenta su costumbre de tu generosidad, se pierde aquella cuestión, que algunos llaman feedback, queda uno de güevón, poniendo la otra mejilla, pensando que la excepción, es simple cuestión de regla, pensando que una sombrilla, te hará escampar la tormenta.


Por eso es que les comento, en esta larga oración, me cansé de la cuestión, el amor propio se fragua, y sin más ni más le digo, a nadie, NADIE… Ni Agua…