La pregunta termina siendo, ¿por qué escribo?; Si escribo es porque escribo, y si no, porque no; sin retóricas, metáforas, analogías ni símiles, sencillo, claro y concreto… Los motivos, estoy en mi casa, sin vino, sin “espinaca radiodifusora de imágenes y sensaciones”, con mi perro ladillado sin ganas de jugar “quítale la oreja al dueño”, y sin leche de esa pasteurizada y homogeneizada con que hacer la salsa bechamel del pasticho que pretendía preparar para no morir de una sobredosis de aburrimiento… Peeero gracias a Dios está siempre a la orden el Word, y bueno, en esta época tan digital, ya la escritura a mano (en mi caso la escritura de jeroglíficos) ha sido claramente desplazada por esto; nada de lápiz, borrador y sacapuntas… es más, eso es incluso la versión 1.0, porque la 1.1 es la de los portaminas, pero bueno, eso es perico de otra bolsa. Bueno, qué podría escribir, pues, nada, que a pesar de que crecemos la vida sigue siendo la mismita que vimos por primera vez cuando nos sacaron de ese cálido lugar dentro de las entrañas de nuestras amorosas (y en mi caso extraviada) madres, pero, con otro norte… Se podría decir que sigue siendo el mismo contexto pero con una historia distinta, intereses distintos, emociones distintas, sueños distintos y para muchos distantes, amores distintos, percepciones y sentimientos distintos… lo que nos identifica, realmente y a ciencia cierta, es la manera como afrontamos los problemas, por demás difícil de modificar una vez adoptada una posición específica, y muchas veces responsable de infartos y otras dolencias achacadas a eso que muchos llaman estrés… Pero, mis compañeritos sabatinos, la verdura es que la mejor manera de enfrentar los problemas es con una sonrisa, con buen ánimo, con entereza y lucidez mental instrumento de buenas ideas y soluciones, con calma, las cosas se dan porque deben darse, forman parte de una sinergia de la cual no podemos escapar, y debemos incluir dentro de esa sinergia el Método de Resolución de Problemas, que como el Tratado Internacional de Peos (copie bien José Oquendo: Hay dos tipos de peos, los tuyos, y los míos) se divide en dos ramas. Primera rama, no haces nada, te amargas, pasas roncha y en el peor de los casos se te duerme el brazo izquierdo comienzas a sentir un sabor a ceniza de cigarro y, si el corazón está de ánimos pues, comienza a apestar a tabla e` jabillo y por último, pa`l joyo. La otra, comienzas a buscarle solución al conflicto, usando las herramientas antes citadas, y pues aumentan las probabilidades de que se resuelva sin meter en el paquete la tan mentada presión arterial. En síntesis, como diría mi amigo Juan B Alemán, o haces algo, o te la calas… Fin de la transmisión no sin antes exhortarlos a que no lean esta vaina… Puede ser nocivo para la salud de algunos y puede herir susceptibilidades de otros… díganle mejor a alguien que se los lea, yo por mi parte voy pa “De Una” a comprar un litro de leche, pa hacer la bechamel del pasticho que pienso preparar… Adeu…
sábado, 12 de mayo de 2007
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